sábado, 24 de marzo de 2018

AUTISTIC DAUGHTERS. "Uneasy flowers" (2008)


Después del interesante debut que fue "Jealousy and diamond" en 2004, el trío formado por Dean Roberts, Martin Brandlmayr, y Werner Dafeldecker, siguió por la misma línea de post rock inspirado en trenzar corrientes de silencio e improvisación.

Canciones que se desmelenan en la servidumbre de monólogos interiores donde el trío afina sus instrumentos para acercarse a veces al slowcore, como en la imponente canción que titula el disco, o como la inicial "Rahana's theme", versículos de palmas y oraciones de siseos que confieren al grupo ese aire espiritual de noche perpetua.

Aquí los temas te sacuden desde el principio, son urdidos con parsimonia entre oleadas de cierzo a mansalva, lentitud fabricada para que aparezca a veces la voz de Chris Abrahams de The Necks para poner al experimento fluidez interna ("Liquid and strarch").

"Gin over soul milk" gravita en las mismas notas de desolación, mustia expresión donde los instrumentos se prestan a una calcinación de voces impresas. "Bird in the curtain" es otro de los puntos fuertes de "Uneay flowers", muy cercano a Talk Talk, y "Richest woman in the world", continua con la agitación glacial de una andanada de ondas sonoras con piano, solemnidad y alevosía.

"Uneasy flowers" fue lo último que hemos sabido de esta interesante banda, pétalos airados de suspiros bien trenzados, laceraciones de aire, pulgatorio de sombras. Después de comer, te los pones, te dejas llevar, y de golpe un exceso de calma. Silencio, se rueda.....


viernes, 23 de marzo de 2018

TNT. "Manifiesto Guernika" (1983)


No se ha recuperado como debiera la importancia vital de esta banda de Granada. "Manifiesto Guernika", en plena efervescencia de la Movida, con ejes como el Rock Ola, o el Madrid de esa época como epicentro de una oleada de artistas que vinieron a saltar por los aires la contención de la recién acabada dictadura. Otro día hablaremos por aqui de si muchos de los grupos de esa época merecían tanta bola. El caso es que TNT, con este "Manifiesto Guernika", ejemplifica muy a las claras su mensaje de punk con himnos que en nada tienen que envidiar a otros popes de esos años, como los Siniesto, Ultimo Resorte, TDK y otros fustigadores vehementes.

Los cuatro componentes de TNT, (por aquí también andaba Jesús Arias, hermano de Antonio Arias, y que nos dejó en 2015)  sabían que lo suyo era revitalizar el punk y la new wave a su manera. Proclamas contra la religión en destreza post punk, "Cucarachas", o arengas contra el avance nuclear, "1984 Hiroshima", todo y más cabía en este necesario lp.

Y eso que la banda tuvo que luchar para dar a luz a este luciférico ser, con trabas de la compañía (DRO) y una lucha total contrareloj para pergeñar este dichoso disco. Punks que en "El jardín extranjero" se calmaban en una secuencia de pop extraño, ochentero y gritón y que da paso a "Gilmore, 77", pura andanada revolucionaria.

"Guernika" (¿cuántas veces la hemos escuchado?), y la destroyer "Habitación 101", siguen subiendo el listón de un álbum altamente disfrutable. "La noche del ángel salvador" tira hacia el post punk, y en "Matsat" se fijan en Killing Joke para continuar su inflamada guerrilla.

Guerrilla que se convierte en un charleston guason en "Radio crimen charleston", para en "Sin futuro" arremangarse las mangas en un festín nueva olero. "Manifiesto Guernika", otra obra a reivindicar, otro salto al vacio de bilis y juventud airada.


martes, 20 de marzo de 2018

ATOM RHUMBA. "Cosmic lexicon" (2018)


7 largos años hemos tenido que esperar para que la banda de Euskadi nos vuelva a rallar los oídos con su blues orate, con su afilado cuchillo de fusión eléctrica, de rock sin aditivos, salvaje, visceral, puro elixir de esos que es necesario tragar para que los días malos lo sean un poco menos.

Y que mejor que empezar "Cosmic lexicon" con esa maravilla que se llama "The see in you", medio tiempo que navega entra la electrocución y las luces misteriosas. Rober! y Joseba Irazoki se llevan la palma. La inclusión del castellano, les vuelve igual de peligrosos ("Tumba gris"), y en "My minds blocking yours" parece que estuvieramos ante una mutación actualizada de Los Bichos. Vaya sonido.

"Voy cableado" es un swing punk, una agitada y nerviosa expresión que te deja sin palabras, electricidad a raudales, rock and rolk y salvajismo. Puro disfrute. Como "Red turning blue" y su lentitud demoniaca, guiñando con el ojo malo a Kim Salmon, en una sucia y solemne reliquia de incomoda suavidad.

Luego queda disfrutar y disfrutar de tonalidades tipo "Organised man blues", nueve minutos de pura depravación, gritos, la banda tocando dentro de un megáfono de aristas y punzadas que hacen daño, que da paso a "Tejedor de misterios", himno pop decadente, orfebreria y a volar. Una gozada.

Luego "Miss Elliot" con ese punto de intriga total que da la voz al final de este bellaco viaje de rock a "You're the only story", otro puntazo de tensión y blues, perfecto epílogo de un regreso esperado por muchos. Ya nos frotamos los dedos de sus directos en llamas. Con nosotros la rumba mutante, los chicos que nos desquician, la solemnidad de lo bueno y primitivo. A disfrutar.


domingo, 18 de marzo de 2018

THE SABRES OF PARADISE. "Haunted dancehall" (1994)


No te puedes dejar de resistir a ellos. Desde que suena "Bubble and side" y se acciona este engranaje de tecno minimal que se llama "Hanted dancehall", una joya insuperable, un lugar en común donde Andrew Weatherall y sus colegas, provenientes del mundo acid, decidieron que las cuchillas de afeitar, como mejor cortan es siendo rojas y peligrosas.

"Bubble and side II", son siete minutos de trance ilimitado, de sonidos buscadores de lugares donde el club no sólo sea un sitio para perder el tiempo. 1994. Ostias el tiempo como ha pasado, y como suenan de frescos The Sabres of Paradise.

La lección magistral de dub en "Duke of earlsfield", da paso a una cacofonía espectral ("Fligh part estate"), y luego, en "Planet D (Portishead remix)",  la constatación de que estamos ante uno de los discos más valientes que se ha hecho jamás en la música electrónica.

La larga duración del disco no es sinónimo en ninguna circunstancia de cansancio. Aquí todo suena fresco, natural, radiante. De nuevo el dub en "Wilmot" para en "Tow truck" trocearnos  los huesos con música para los dulces infiernos.

Weatherall y sus compinches sabían lo que hacían en el lejano 1994. Abrazaron todas las formas posibles de transgresión de la música club del momento y nos llenaron la cabeza de soniquetes para llevarlos todos bien alzados en el conjunto de nuestra dicha. "Return to planet D", es una alegoría minimal y "Ballad of Nicky McGuire" con sus ocho minutos de continuo frenesí marcial, es una invitación total a una especia de danza del descoloque.

No me extraña que este "Haunted dancehall" esté en multitud de listas como uno de los trabajos más arriesgados y atemporales que se ha construido en la música electrónica. Te pones "Jacop street 7am" o el tema que titula el lp y la verdad es que es para no detener tus espasmos de emoción.

The Sabres od Paradise, una parada segura en el confort de los ambientes espectrales, de los luceros marchitos, del universo de las máquinas saboteadas por la inflamación de la insolencia.


viernes, 16 de marzo de 2018

TIGERCATS. "Isle of dogs" (2012)


Con este disco debutaron este grupo londinense que auna en 11 temas un buen cargamento de razones para que les prestemos atención. Ya el inicio con la electrificada "Coffin  for the Isle of Dogs", con su aire de tweet pop, con sus melodías supurando pop artesanal, te dejan ganas de saber que hay de más en este interesante "Isle of dogs".

La voz de Duncan Barrett, el cabecilla de todo esto, nos recuerda a Hefner, aunque en lo músical, amplifican la paleta de tonalidades, pasando por cierto regusto afro ("Konny huck" y "Full moon reggae party"), o por acertados disparos al cielo de cohetes que parece que tienen la firma de Violent Femmes ("The Vapours").

Producidos por el bajista de Death in Vegas, "Isle of dogs" no peca en ningún momento de amateurismo. No suenan impostados. "Steve Nicks" es un pelotazo en toda regla, y la agitada "Harper Lee", nos los muestran efusivos, danzarines de un lofi abstracto, con repuntes de distorsión.

"Limehouse nights" es una ventolera de pop agitado y "Kim & Thurston", homenaje a los padrinos del noise es una delicada incursión en pasajes más amables, lejos de detonaciones del tipo que aparecen en "Easter island".

En 2015 sacaron "Mysteries", última noticia del grupo hasta la fecha, donde continuaban por la misma senda de mixtura en general. Música sin complicaciones, aderezada con suficientes condimientos para pasar un buen rato.

martes, 13 de marzo de 2018

THE BREEDERS. "All nerve" (2018)



Lo que más me gusta de la vuelta de The Breeders con este enorme "All nerve", es que no es un disco inmediato. No te entra a la primera. Sus canciones necesitan poso, escuchas, para entrar de lleno en el universo de Deal, su hermana, Josephine y Jim Mcpherson, la formación de gala de The Breeders.

Luego, todo es más fácil. Te pones en el sillón, empieza la tranquila "Nervous Mary", y de repente el golpe en la nuca, con la brutal "Wait in the car", como salida de la barriga del "Pod". Cuántas ganas de caer rendido bajo la tutela ruidosa de Kim y sus colegas.

Ahora que Pixies es un proyecto que a penas puede levantar el suelo para hacerse aceptable, viene este "All nerve" para poner las cosas en su sitio. Black Francis, sabe que las comparaciones son odiosas, que no tiene nada que hacer si ponemos al lado a Deal.

La que titula el lp te atrapa al momento con ese aire de pop escocido, y "Metagoh" es oscura, extraña, algo bizarra, un golpe a los cielos. Me alucina cuando Kim canta como murmurando truenos que apenas son audibles ("Spacewoman"), o cuando en "Walking with a killer" se lo pasa bomba con su peculiar manera de enredarnos en una calma siempre peligrosa, con el grupo siempre en una tensión que explota cuando Kim cierra los ojos.

A costado la vuelta discográfica de The Breeders, pero la espera mereció la pena si te chocas de golpe con trallazos como "Howl at the summit, o bravatas como "Archangel's thunderbird". La delicadeza también es un arma cargada con veneno de sugerencia; "Dawn : making an effort" la podía elegir David Lynch para su próximo film, para llenarnos la vida de pesadillas.

Las dos últimas, "Skinhead=2" y sobre todo "Blues at the Acropolis", confirman que aunque a pasado el tiempo, sigue presente la magia que nos encandiló cuando Pixies pasaron a mejor vida y The Breeders tomo el relevo de los elaboradores de pócimas antienvejecimiento. Mayúscula vuelta.


domingo, 11 de marzo de 2018

THE WEAKERTHANS. "Left and leaving" (2000)


No esta mal el cambio. Después de que el canadiense John K. Samson, militara en la banda punk Propagandhi, decidió cambiar el rumbo del timón y embarcarse en este proyecto diferente con el nombre de The Weakerthans. Se unió a John P. Sutton y Jason Tait para embarcarse en una amalgama de rock de autor, punk melódico y canciones tristes.

Si su primer disco, "Fallow" (1997), era bueno, su segundo, "Left and leaving", tenía todo a su favor para auparse en lo más alto de las listas indies de la época. Desde la sencillez melancólica de "Everything must go!", hasta los salpullidos eléctricos de "Aside", todo cabía en un disco que concentra en sus 12 temas un buen abanico de sonoridades.

"Watermark" es un torbellino que bebe del mismo afluente que The Replacements y en "Pamphletter" baja el pistón para confeccionar una sedosa y bucólica remesa de sonidos para soñar. Así eran The Weakerthans. Por aquí ya comenté en su día su mejor disco, "Reconstruction site" (2003),  que fue la continuación a "Left and leaving", donde el grupo daba un paso más, apoyándose más aun en las guitarras para aturdirnos con espasmos.

Escucho "This is a fire door never leave open" y alucino con ese resumen hábil de fiereza y ternura, con esas melodías que te arrullan en un volcán de electricidad amasadora de energía que se concreta en la espeluznante gema que titula al cd.

"Elegy for elsabet" empieza rezumando corazones rotos, transporte de lírica al aire del dolor, y que se ve siempre acompañada de una buena explosión hábilmente acompañada de luces de estridencia contenida.

Para terminar, una letanía con aires sedosos, "Slips and tangles", piano incluido. En 2007 pusieron fin a su carrera, con "Reunion tour". Nos quedan un ramillete de canciones para soportar penas, para afilar los latidos, de una banda qu supo aunar con destreza la suavidad y la pegada.


viernes, 9 de marzo de 2018

DIANOGAH."Battle champions" (2000)


Quizás de todos esos grupos que como una tromba de agua salvífica nos inundó con sus proclamas de mathrock, de rock especulativo con marcas de insurgencia (90 Day Men, Shipping News, Rodan o June of 44 por citar algunas de esas grandes bandas) Dianogah fue una de mis preferidas.

Nadie como ellos para desgranar mediante volutas instrumentales, racimos de petalos de lírica avasalladora, reflexiones en voz baja de te mecen y te aupan ("Kaisakunin"). Dos bajos y una batería les basta a los de Chicago para sacarse de su volcán sónico maravillas como "At the mercy of the mustang".

Aunque su mejor disco vendría acontinuación de éste, "Millions of braziliens" (2002), este "Battle champions" es una delicia de principio a fin, un tobogán de instrumentación colosal. Hasta cuando aparece la voz de Jay Ryan en canciones como "Time for a game of stick", sientes la efectividad de sus maneras matemáticas de convencernos con ahinco.

Es un punto el sonido de los bajos ("Indie rock spock ears"), y cuando elucubran sus fragantes sonidos límpios, sin mácula de elevar la voz en exceso, concretando su agitación en fogonazos que irradian una efectiva corriente frenética de música para soñar ("They have monkeys like we have squirrels").

Steve Albini se encargó de la producción, y el sonido gana enteros como siempre bajo su supervisión. "Battle champions" es delicado, sugerente, completando uno de esos trabajos de género más impactante. El otro tema cantado, "Eating cake" es un fuego de artificio colosal, dar pedaladas sin mirar atras, letanía soberbía, que casi al final de la escucha nos deja bombas de explosión retardada como la acelerada "My brother wore brown".

Lástima que el grupo se disolviese pacificamente en 2009. Nos quedan sus cuatro discos, cuatros excusas para que los amantes del mathrock sigamos degustando a sorbos cortos este elixir suculento de proclamas meditativas, de expresiones para erizarte la voluntad.

miércoles, 7 de marzo de 2018

DOWNTOWN BOYS. "Cost of living" (2017)


Cuando me enteré que Guy Piccioto (Fugazi)  estaba detrás de la producción de este disco, supe que los dos primeros trallazos punk del grupo en forma de lp "Downtown boys" (2012) y "Full Communism" (2015), iban a tener una explosiva continuación.

La banda liderada por Victoria Ruiz y Joey DeFrancesco, continuan fabricando dinamita de denuncia contra el racismo, el patriarcado, el vil capital, y han añadido a la lista de sus dardos al jodido Trump. "A wall", para empezar no podía ser mejor. El saxo atruena, los gritos de escaramuza, himnos para la rebelión con proclamas claras de resistencia y lucha.

Downtown Boys es el grupo punk más en forma del momento. Son las 8 de la mañana, suena "I'm enough(i want more)" y me dan ganas de buscar por el trastrero del tiempo mis viejas botas maquilladas con una A anarquista, y salir a la calle a poner las cosas en su sitio. Y es que la voz de Victoria sigue siendo como una manguera que expande gas venenoso.

"Somos chulas (no somos pendejas)", en español, es rápida, combativa, casi parece por momentos que se mira en el "Surfer rosa" de los Pixies. Bacanal de punk, ostias. Quien pensase que el fichaje por Sub Pop, abandonando su label indie, iba a suponer perdida de pegada, se va a llevar una decepción. Esto suena joven, vital, brutal, aromatizado por la ira que provoca las injusticias y que aquí se traduce en energía sin fin.

En "Promissory Note", se acercan a la ortodoxia punk finales de los setenta, marciales y con las guitarras como expendedoras de rabia y vesanía. Vaya sonido!. Como la visceral "Because you", que casi parece hardcore o "Violent complicity", algo más moderada pero con la misma carga instrumental que te da pie a subir sin condiciones el volumen de tu aparato reproductor.

"Tonta" también en español,  es la canción donde el saxo se encuentra más desbocado, ejecutando una danza macabra que por momentos nos acerca al orbe musical de la No Wave neoyorkina. Y es que los chicos de Providence tienen todos los ases en la baraja marcados con la palabra revolución.

Casi acabando este portentoso viaje, un pedazo de himno para llevarlo prendido en tu camisa roja y negra, "Lips that bite". Downtown Boys, Punk año dos mil, actualizando y removiendo la pócima que desata la furia. Sonido más necesario que nunca en estos malditos tiempos que nos condenan.


lunes, 5 de marzo de 2018

VIOLENT FEMMES. "Rock!!!" (1995)


El grupo de Brian Ritchie y Gordon Cano, ya se habían hecho un hueco en el cónclave indie desde su irrupción a principios de los 80 con su disco homónimo, con su punk acústico, con una apuesta genial e interesante de folk extraño. Desde entonces siempre se han mantenidos fieles a su forma tan particular de entender el rock.

"Rock!!!" con esa portada glam, no aporta nada nuevo en ese bajage discográfico que ya escuchamos en discos como "3" (1988) o "Why do birds sings?" (1991). Tampoco les hace falta. Quizás un repunte del sonido eléctrico, que en la inicial "Living a live" les hace más poderosos aun.

Pero las canciones marcas de las casa abundan, como "Tonigh", para tararear en noches de excesos etílicos, o la muy Velvet "Bad dream".  Cano y Ritchie se tenían la lección bien aprendida, y lo suyo es continuar el hilo de Ariadna de su especulación musical.

"Thanksgiving (no way out)", es tierna y a la vez oscura y en "Dahmer is dead" les sale una de esas bombas acústica punk que tan bien se les da. "She went to Germany" es un vacile trotón y "I wanna see you again" es de esos cortes donde la melodía es la protagonista total.

Luego viene una recreación de The Cramps, en "Digeriblues", para en "Sweet worlds of angels", poner el punto final con otros de esos caramelos lentos que tan bien saben fabricar. Todavía en activo después de tantos años en la carretera, ("We can do anything" nos mostró la buena salud de la banda), con ellos todo es fácil. Dejarse llevar.


viernes, 2 de marzo de 2018

THE SEA AND CAKE. "The moonlight butterfly" (2011)


Exquisito. Ese el termino que se me viene a la cabeza siempre que escucho a esta banda de Chicago, que desde 1994, lleva regalándonos discos de esos para levitar entre post rock tranquilo. La banda de Sam Prekop, Archer Prewitt y John McEntire (el jefe de Tortoise), lleva desde 1994 confeccionando pequeños regalos sónicos que nunca aburren que son como pequeñas postales en el filo de la sencillez y la modestia.

Sus canciones siempre son leves, sus trabajos siempre concretos. Como este "The moonlight butterfly". Que desde que suena "Covers" y la sobrecogedora con reminiscencias a The Durruti Column, "Lyric", sabes que has empezado un viaje donde es fácil perderse entre caricias de teclados juguetones, de pequeñas distorsiones siempre refrenadas.

Después de haber realizado malabarismos con "Qui" (2000) y "One bedroom" (2003), y a la espera de hacerme con su ultimo trabajo "Any Day" (2018), es todo un lujo adentrarse en este minilp con joyas que en el caso de la que titula el disco, se acerca a la electrónica analógica, sin rubor ni espanto.

Pero es en las progresiones melódicas donde la banda se eleva con pedazos de temas como "Up on the north shore", o los diez minutos acojonantes de "Inn keeping", donde tienen tiempo de rastrear su vertiente más kraut.

Para terminar, "Monday", tan delicada como una esponja de nube que cae rendida por un sueño necesitado de hacerse realidad. Easy leasing desde un club de susurros y leves abrazos al viento. Con músicos de tal enjundia no es de extrañar que cuando sale cualquier publicación de The Sea and Cake, busquemos esos retazos de calma que ellos irradian, tan necesarios en estos tiempos de tormenta continua.