jueves, 16 de noviembre de 2017

PIXIES. "Head carrier" (2016)


Fueron los más grandes, todo cambio con ellos. Cuando los descubrí con el deslumbrante "Doolittle", me hice adictos a ellos, a su crudeza y visceralidad, a su extrañamiento melódico. Después me fui comprando todos sus discos, pero todo empezó con "Doolittle".

Andaba yo a últimos de los 80 flipando con The Sound (otra banda insuperable) el post punk, y todo lo que oliese a emoción al límite, cuando me topé en una de esas tiendas de Madrid con apellido de Rock, con un vinilo donde un mono parecía que me estaba provocando, guiñándome un ojo para llevármelo a casa.  Después vinieron los colegas del trono  Dinosaur Jr y Sonic Youth, pero primero fueron Pixies. Mi grupo favorito, la banda sonora de una época donde atesoro grandes recuerdos, donde se forjaron amistades que duran hasta la fecha.

Lo mejor que le pudo pasar a Pixies es que separaren tras el ruidoso y bestial "Trompe le Monde". El duende gruñón y Kim Deal ya no se aguantaban y decidieron con acierto poner en barbecho el proyecto. Luego vendría una carrera irregular de Black Francis con su nombre o con el alias Frank Black, superado con creces por los cuatro  trabajos de Deal al frente de The Breeders. Lástima que la princesa del caos también clamase silencio, solo roto por fugaces apariciones que siempre nos sabían a poco.

Cuando en 2013 sacaron "Indie Cindy" (ya sin Kim), mis sospechas antes de la escucha no me engañaron. Estos no eran los Pixies que nos cautivaron. Parecía un mix de sonidos duretes para ponerse al día, para llenar páginas, para llamar a la masa de seguidores que supongo se sintieron tan estafados como yo al comprobar que no había por donde coger el engendro.

Y así llegamos a 2016 y la aparición de "Head carrier"; esta vez al bajo con Paz Lenchantin (ex-Zwan y ex-A perfect Circle), y la verdad es que aunque a años luz de sus trabajos de los 90, parece querer despuntar de nuevo, engancharnos con sus dulces monsergas (la que titula el disco es un buen principio para continuar atentos a lo que viene después).

Olvidémonos de un nuevo "Bossanova", o de un nuevo "Surfer Rosa", pero al menos el disco se puede escuchar ni tirarlo por la ventana, con alguna canción bastante reseñable y un conjunto aceptable (sigo echando de menos a Kim Deal). Su incursión en el pop con "Classic masher" es todo un acierto, y en "Baal's Back" nos encontramos al Francis más gritón y pendenciero.

El bajo de Lenchantin en la también pop "Might as well  be gone" me recuerdan viejos tiempos, para en "Talent" volver a insistir en la formula de antaño. Eso es quizás el pero del álbum. Que miran casi con descaro la construcción de las canciones que les hicieron grandes, intentando hacer de retales un traje de buen vestir. A veces funciona, otra no. Eso es lo que hace que estemos ante un disco irregular, pero bastante aceptable en comparación con la ruina de su "Indie Cindy".

"Tenement song" no nos dice nada pero "Bel esprit" conserva cuando cierro los ojos, con esa guitarra de Joey Santiago en un entramado de bella distorsión, las esencias del ayer. En "All i  think about now", Kim Deal deberia pedir derechos de autor; menos mal que también se enganchan al punk como en la divertida "Um chagga lagga" para en "All the saints"  poner el punto final a este sainete, dejándonos el regusto amargo.

Qué grandes eran los Pixies. Los más para quien escribe. Lo mismo cuando Francis y Deal decidan en un extraño futuro volver a unir sus caminos, puedan recuperar la magia que se perdió cuando guardaron sus instrumentos tras "Trompe le monde". "Head carrier" no es un mal disco, se deja escuchar, pero eso para una banda como Pixies es poco, excesivamente poco.



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