miércoles, 10 de mayo de 2017

EXQUIRLA. "Para quienes aun viven" (2017)


Hay vida tras "Omega" de Morente, aunque este "Para quienes aun vive", nacido de la explosión nuclear de Toundra y El Niño de Elche, juega en otra liga, tienes unos parámetros bien definidos, para formar una unidad propia, autónoma, recogiendo el basalto guitarrero de postrock, de Toundra, junto la heterodoxia de un cantaor que ya demostro en "Voces del extremo" que lo suyo no es floritura y si puro arte.

Tomando las palabras del libro de Enrique Falcón, "La marcha de los 150.000.000", los dos primeros temas del disco "Canción de E" y "Destruidnos juntos", son la primera parada en este pedazo de disco, atrevido, osado, que a veces se parece a Explosions in the Sky por sus bajadas y sus subidas, cócteles bien urdidos de una bebida que atrapa, que convulsiona, que te deja reo de un huracán eléctrico y flamenco.

Donde se ve de una forma más acentuada esta perfecta mixtura de estilos es en "Hijos de la rabia", donde las reflexiones instrumentales de Toundra van tejiendo poco a poco una telaraña para que Francisco Contreras urda sus fraseos de rebelión y antisometimento, para en la mitad del tema todo ralentizarse, como en una catarsis contenida, donde los pelos se te ponen de punta, caligrafía armónica perfecta, susurros que denotan martirio, elegancia, potencia, gritos, más gritos en una noche dentellada, donde en los cristales el eco de las guitarras dibuja un puño de ira, un volcán a punto de hacer historia, los goznes de la subversión.

En el "El grito del padre" les basta 8 versos para dislocar conciencias, ruleta que se prende del cielo, arma cargada de fuego invencibles, calorias de post-metal y quejios, música  que prende corazones, que exhorta caos y demolicion. "Contigo" es breve y tierna,  un remanso de paz endemoniada, Triana cabalgando a lomos de la excentricidad, sabana al viento, el oleaje del sentir extremo.

La mejor del lote para el que escribe es "Un hombre", con ese inicio de postrock, alertagado, casi como un guiño a Mogwai, despacito, despacito, no vaya a ser que venga la tormenta y tome al asalto el reino de los sueños. Poco a poco se despereza, mohínes y arreones, surcando travesías desiertas, la hora de la ansiedad, para terminar épica entre cuchillas de flores y galimatías avasallador.

"Europa muda", pone el ocaso, la pica, a un disco que hay que tomarlo con grandes dosis de ansiedad, de deseos y turbulencias, decálogo de espejismo, bahido inflamable de una colision de un combo y un cantaor que ya están elaborando el sonido para los años que quedan por venir.

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