martes, 21 de marzo de 2017

ENRIC MONTEFUSCO. "Meridiana" (2016)


No ha podido ser mejor el paso que ha dado Enric Montefusco tras decir adios con Standstill y su recomendable despedida, el directo, "Estaria muy bien". "Meridiana" es canción de autor, con el corazón encima de la mesa donde las flores esperan un bocado de rocío, o una mirada fugaz.

Y como la portada del lp, el disco es una homenaje (entre otras muchas cosas) a la vida de barrio, como la canción que titula el trabajo, nombre de la avenida donde Montefusco se crió, donde vió la transformación de las cosas, la vejez en los seres y en los enseres. La piel de gallina que se le pone a uno.

Cualquiera se puede ver representado en "Meridiano", en estas postales llenas de lírica del ayer como el himno "Todo para todos", donde los osos y las estrellas vienen desde el hogar de los recuerdos, donde parece que se mete todo lo que tiende al olvido definitivo.

El single por el que nos puso Enric en antecedentes, "Flauta man", le tengo en la cabeza desde hace días, como una percusión que aguijonea mis sesos, repitiendo afluentes, disparos de cine, hecatombe del ayer, sonrisas de un país ya lejano que aquí amanece con estrofas que te llenan de emoción y cierre de ojos.

"Buenas noches", ya algo más creciditos, cuando empezaban a sonar las guitarras,  da la voz a la maravillosa "Uno de los nuestros", oscura y lenta, como un epitafio de pinzas en la ropa oreada de las cosas que parecen que siempre permanecen, pero que llevan consigo su propio castigo. El de la condena de la perdida, rotura de promesas. "El Riu de l'obrit" en catalán con su aire de chanson es para bailar noctámbulo, y los dos minutos de "Vida plena", la recordaré por su "yo no sé hacer un soneto pero me cago en tu puta madre", de esas frases que permanecen, que definen un álbum, a un creador portentoso.

Mi favorita, "Lo poco que sé", con el piano y la cola de las palabras, con una tristeza infinita repartida por una canción que perdura, que tiene vida propia, que te la pones mil veces, y sigue haciendo su trabajo de rabia y conmoción. Luego, al final, la bossa de "Adiós" y "Yo delego en ti", frenesí contenido, perfecta manera de corear colores de otro tiempos pasados, o los que tienen que venir.

Soberbio trabajo de un cantacorazones, de un actor de filigranas que le gusta bailar en el andamio de las andanadas anímicas. Disfrute para la alergias primaverales, para las melancolías sin estación.


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