martes, 28 de febrero de 2017

BOMBINO. "Azel" (2016)


Si caemos en su día rendidos ante Tinariwen, aquí tenemos al guitarrista Omara Moctar, alias Bombino, para traernos de nuevo el blues del desierto, a lomos de una camello eléctrico que nos regala las arenas de Niger, los postulados de la tradición, la mímica de lo ancestro.

El empiece no puede ser mejor con "Akhar zaman", con la divertida y vacilona "Iwanaragah", donde se constata que Omara tiene las cosas tan claras como cuando le escuchamos en su también bravo "Nomad". En esta ocasión, Bombino decidió trasladarse a Woodstock para darle forma a "Azel", y la verdad es que la jugada le salió redonda.

Los temas son una condesación de efluvios guitarreros, donde como en "Inar" puedes disfrutar de la travesía sónica y de placer con su minimal ritmillo trotón que da paso a "Tamiditine tarhanam", mi favorita, veloz, estridente y fiestera; te puedes imaginar a los hombres de azúl modelando bajo una tienda sus proclamas como pueblo, catarsis colectiva entregada al exceso y la recuperación, mientras las palmas y los chillidos de las mujeres copan el cielo de rubores y sensualidad.

Bombino hace en este su último largo acopio de su destreza para juntar en sus diez temas a Peter Tosh y a Jimmy Hendrix. Sin sonrojo, sin caer en lo ridículo. Todo suena en su sitio. Como el reggae burlón de "Timtar", o como "Iyat ninhay/jaguar", con el desierto de nuevo poblando lo que tu mente puede crear cuando cierras los ojos y te dejas llevar por la reflexión de sus cuerdas, por el volcán dinamizador que todo lo cubre.

"Igmayagh" escenifica la perfecta síntesis, el mestizaje del blues con la tierra, Africa que suda y grita para de nuevo en "Timidiwa", sentir la rapidez de la tormenta, los colosales amaños del viento para provocarte visiones, para sentir en tu piel lo que está música transmite.

Extraordinario quinto disco de un artista que va para arriba, que tiene aun mucho que decir, que nos trae la verdadera música del mundo, esa que está libre de las chuchería de los medios, del circuito de los memos que cada vez más todo lo inundan.


domingo, 26 de febrero de 2017

BETTY AND THE WEREWOLVES. "Tea time favourites" (2010)


Compuesto por tres chicas y un maromo, desde que suena la primera canción del disco, "Euston station", de Betty and the werewolves", te engancharás sin poder poner freno, a este batiburillo de punk pop con alas de garaje, con espíritu siempre transgresor.

Hay veces que a las bandas hay que pedirlas que suenen así; frescas, sin aditivos, directos, con un buen gancho melódico que llevarte a la boca después de comer pop, guitarras frenéticas y voces aniñadas, ("Paper thin"), himnos para radiar entre tus manos malabares de circunstancias y poemas al azar.

Mirando a The Pastels o Shop Assistants, Betty and the Werewolves no se arrugan cuando tienen que darnos puñetazos de punk como "David Cassidy" o "The party". También cuando se ponen serias, nos ofrecen pedazos de punk funk para dislocarte, "Wind-up", o vacilonas canciones para arrugar el ceño y mostrarte triste mientras bailas desenfrenado un swing loco, "Francis".

Las chicas están a gusto siendo guerreras, punks de flores mustias, atributos de juventud que joder, viene bien en estos tiempos de tanto impostor vestido de prudencia al por mayor ("Heatcliff"). Le dan al francés con ironía y sarcasmo en "Tu veux jouer" y en "Plastic", con unos teclados que te lo tiran a la cabeza, ofrecen su versión mas nihilista, como unas Stereolab con imperdibles en la voz.

Para terminar, "Hyacinth girl",algo más relajada, pero siempre ardientes, viscerales en esta miscelánea de punk pop con aires amateur y con una pegada a reseñar. No descubren nada, Ni falta que hace. Pegada directa.


viernes, 24 de febrero de 2017

THE KLF. "Chill-out" (1990)


Hay veces que para comprobar la transcendencia e importancia de ciertos discos hay que dejar pasar la carrera de los años para saber el impacto que ciertos grupos y lps han dejado en la historia de la música tal como la conocemos.

"Chill-out" es uno de esos casos. Desde que escuchas "Brownsville turnaroud on the tex-mex" con esa voz codificada, y el sonido del tractor de fondo, notas al instante que las enseñanzas de Brian Eno en el orbe ambient, con esta banda inglesa, tienen una buena manera de llevarlas a buen puerto.

Todo "Chill out" es un reguero de paz sin freno. Y esos que los componentes de The Klf, Jimmy Cauty y Bill Drummond, son sobre todos conocidos por la elaboración de píildoras de rave, fiestones de house y madrugadas que se juntan con noches sin fin.

Escucho el río y los grillos en "Dream time in lake Jackson" , y el tren que viene, que se acerca. Los ruidos de la vida real, junto a un apoyo tecnológico leve, creando una sensación de banda sonora de la calma. Música para una siesta perpetua.

"Madrugada eterna", con sus siete minutos, es una prolongación de esa idea de grupo con la mirada puesta en la evolución estética de la tradición de club hacia lugares donde se dan la mano la catarsis del silencio, el slogans de la suavidad.

Como el fantasma de Elvis, sampleado y nebuloso, aparece en "Elvis on the radio,steel guitar in my soul", o cuando en "3am somewhere out of  beaumont" te ves imbuido en una carrera sin peligro por travesias de burbujas apunto de explotar. Momentos un poco más movidos, "Wichita lineman was a song i once heard", junto a espejismos minimales como "The lights of Baton rouge pass by", resumen a la perfección  la convulsión que supuso cuando apareció y en los años venideros el hálito de este cd. Ambient para ronronear aires.


miércoles, 22 de febrero de 2017

VAN DER GRAAF GENERATOR. "Do not disturb"


Desde 2012 no sabiamos nada de la banda de Peter Hammill, cuando sacaron el instrumental "Alt"."Do not disturb", nos muestra a una banda que puede tener la cabeza bien alta. El rock progresivo tiene significado cuando les escuchas, (como cuando te pierdes en el laberinto de los actuales King Crimsom).

Y en estas fechas que corren, es una pasada disfrutar de la lírica increbile de "Aloft", con la voz de Hammill,barítino de espacios donde los instrumentos se explayan en laberintos de busqueda colosal. Acompañado por Hugh Banton y Guy Evans, el grupo que sacó su primer disco el año que yo nací, 1969, confecciona un mapa de emociones de siempre con sonidos que te llenan de luz.

Melodiosos en "Alfa berlin", repicando sobre la cabeza, entre los teclados que se someten a la garganta de Hammill.  Oyes "Forever falling" y vives un auténtica vuelta a la época de las canciones largas, erizadas entre cromatismo de misterio y alforjas de luz cegadora.

Si, Hammill lo ha conseguido. Ese inicio guitarrero de "(Oh no I must have said) yes", con su elegancia de otros tiempos, como un dandy del virtuosismo que no lo para el avance del tiempo. Hammill y Fripp, mantienen la apuesta, se sienten felices siendo como dos dinosaurios que se han sabido adaptar al devenir de las circunstancias.

"Brought to book" también se fabrica del mismo material incorruptible del ayer, hormigón armado donde la esquisitez cohabita con el esplendor que no se pasa, que no se agota.  Discazo a disfrutar por lo que tiene de actual con sensaciones que parecían ya finiquitadas.


domingo, 19 de febrero de 2017

BATTLES. "Gloss drop" (2011)


La marcha de Tyondai Braxton, a mitad del proceso de grabación de "Gloss drop", no impidió que este segundo disco de Battles, fuese una maravillosa continuación a "Mirrored". Y basta sólo con pararse en la canción que inicio el cd, "Africastle", para comprobar que su rock matemático, marcial, polirítmico continuaba en su radiante evolución.

En esta ocasión Battles contaron como apoyo vocal (gritos, ruidos, expresiones malsanas, estridencias de gargantas) con músicos de Boredems ("Sundome" es una bestialidad de principio a fin), la cantante de Blonde Redhead (alocada "Sweet & shag"), Gary Numan (la estrella indie de los 80 se sale en "My machines") y las especulaciones electrónicas del chileno Matias Aguayo, que en "Ice cream", ayuda para que el sonido de Battles suene a un auténtico frenpático, como un aborto de Animal Collective.

No sería descabezado decir que Battles es una de las propuestas que más se ha acercado a los cánones establecidos en su día por Tortoise, como podemos comprobar cuando nos enfrentamos a "Futura" y sus devaneaos instrumentales, soriasis guitarrera, pasión duende por el desenfreno y los atribulados zigzags para esparcirnos en vahos siderales.

"Inchworm" es un loop que se extravía en tus pies, una cadencia que rebosa veneno, catarsis quebradero de cabeza, laguna de aturdimiento. En "Wall street", con la dislocada batería de Stanier, arremeten a toda velocidad con desenfreno y detonación.

Todo un muestrario de buena salud, de inquina compositiva que hará las delicias de los amantes de las travesuras,del mathrock con colores psicodélicos, alforjas de salud robótica, álgebras de ritmos descarriados para gozar sin parar.



jueves, 16 de febrero de 2017

SIGUR ROS. "Takk..." (2005)


Desde que sacaron el deslumbrante "Agaetys byrjun", no les he perdido la vista. Cada trabajo suyo, era una manera nueva y etérea de volar con los islandeses, y esa mezcla tan personal de postrock, música orquestal, new age bien entendido,todo aliñado con una buena dosis de catarsis al rojo vivo.

"Takk..." fue su cuarto álbum, y en él encontramos una de las canciones más logradas de toda su carrera, "Glósóli" con un arranque de distorsión lírica, eléctrica a mitad del tema, que te deja aturdido, feedbak en medio de los ángeles caidos por el sopor de la divinidad, por el frio de la intemperie. Sublimes.

Puede que a muchos le chirríen esas voces, y esa forma tan particular que tienen de fabricar lugares comunes para la sedación del espíritu. Yo no me resisto, me dejo llevar, me pongo "Hoppípolla", con ese piano que da la salida a un torrente de épica glaciar.

Así son Sigur Ros, discos largos, gozosos en barroquismos, en expresiones musicales para acompañar imagenes de paseos por florales espacios, mímica del sentir. "Sé lest" parece que nunca se va a apagar, con sus tintineos de teclados campanulas, confetí para el esparcimento.

En este lp, Sigur Ros muestran su cara más alegre, hibernan en una primavera espacial, ("Saeglópur"), donde todo lo que cabe es la magia de la incertidumbre, los bocados de realidad imaginados mediante evocación. Uno de los puntos álgidos de "Takk..." es "Milanó", donde hacen una perfecta mixtura de arranques guitarreros y la calma que incendia los corazones.

"Andvari" es clasicismo hasta el extremo, rutilante y triste, mapa sonoro donde perder el sentido mientras despistado pintas en una hoja un laberinto donde buscar evocaciones pasadas, sonidos impacientes por hallar la credibilidad de lo íntimo.

Ya casi cuando llega el final, otro pedazo de joya, "Svo hijótt", pasión desaforada, la mejor manera de seguir llevando a Sigur Ros dentro, colección de minutos donde hallar el recogimiento, la evaporacion de las cosas inservibles.

Ha pasado el tiempo. Lo último suyo que escuché fue "Kveikur" (2013). No importa. Sigue vigente su mensaje onírico, sus dentellladas de paz que no se acaba. Música para la depuración.


martes, 14 de febrero de 2017

JAPANDROIDS. "Near to the wild heart of life" (2017)


El tercer disco del duo canadiense formado por Brian King y David Prowse los trae a la escena con la sensación de perdida mala leche,bajando las balas de sus sonido, componiendo un lienzo de rock, con la mirada puesta en The Replacements, como principal eje motor, pero con falta de nervio.

Para el que escribe, me quedo con la ferocidad de sus dos primeros cds. Este "Near to the wild heart of life", es un disco irregular (la canción que titula el álbum es pura épica corrosiva, de las pocas que recuerdan a su vigor de antaño),que se le debe dedicar minutos, para esperar que se abra la puerta del goce. Y quizás en esta no inmediatez de su sonido, reside la falta de sintonía que he sentido con el disco.

"North east south  west" suena rock de carretera, americana con distorsión y melodía, membretes que funcionan por su capacidad para corear, pero que cuando suena "True love and a free life of free will", notas que falta distorsión, que se cae sin querer en la reiteración.

Después viene "I'm sorry (for not finding you sooner)",  y sigo esperando ese arreón que no llega, ese hachazo que te haga contener la respiración, exhalar ramos de luz incierta, condimento de rabia. "Near to the...", les aupará seguro en listas, pero no entrarán en el club selecto de las bandas que dejan huellas.

Y eso que con "Midnoght to morning" la cosa parece que cambia. "No known drink  or drug" suena bastante lineal y "In a body like a grave", la que pone fin al disco, contiene las mismas faltas que el resto de temas del disco. Un quiero y no puedo. Me quedo con "Celebration" (2012) y "Post-nothing" (2009).


domingo, 12 de febrero de 2017

AVISHAI COHEN. "Into the silence" (2015)


Existen dos Avishai Cohen en el mundo del jazz. Uno, es un contrabajista hebreo que lleva desde finales de los 90 recorriendo el mundo y su jazz apaciguador, y otro, es este Avishai Cohen al cual dedicó el artículo, trompetista, también israelí, afincado en New York, que lleva años fusionando al post-bop con el jazz contemporáneo.

"Into the silence" es un señor disco. De principio al fin. Como una continuación a su anterior producción, "Dark nights", el lp es un compedio de jazz para musicar peliculas de cine negro. Las dos primeras tracks, "Life and death" y "Dream like a child" son una ración representativa de este jazz que milita en las noches negras, en los tuburios de neones gastados por vomitos de exceso y balas preparadas para buscar un hogar de carne.

Todo el disco es una amalgama de sonoridades que bucean tranquilas, mediante una banda que se esmera en la relajación, en componer suites como la que titula el disco, donde impera la creación anímica de lugares comunes para el suspiro y la calma.

Cohen dedicó este trabajo a la muerte de su padre, y todo el cd respira una drama que se percibe en cortes como "Quiescence" o como en la elegante "Behind the broken glass". Para terminar, en forma de epílogo, con el piano como protagonista, "Life and death- epilogue", la mejor manera posible de decir adios a su ser querido.

Entre los dos Cohen, me quedo con este. Su jazz me lleva a lugares oscuros, a pasiones imposibles. a la sedacción del dolor por medio del arte musical. "In the the silence", suena este domingo después de comer, mientras los cristales se llenan de lluvia, y los ánimo se relajan buscando la aquiescencia de la calma total.


jueves, 9 de febrero de 2017

PULP. "This is hardcore" (1998)


"This is hardcore" fue el mejor disco de britpop de la historia. Si, asi de categórico para el que escribe. También el más inquiento, sucio, extraño, menos dado a vanalidades y tontunas. Escucho el final de "The fear", con esa distorsión destroza timpanos, y sabes que Jarvis estaba en el mejor año de su carrera cuando nos entusiasmó con este torrente de magia que es "This is hardcore".

Me alucina el barroquismo de temas como "Dishes", y quizás nunca sonó la banda de Cooker más Bowie como en "Party hand"; glam eléctrico, vatios siderales, la fiesta que no para mientras las mieles del éxito independiente agasajaba por aquellos años al lider de Pulp y sus chicos.

Y que decir que ese himno que es "Help the Aged", pura catarsis, bandera épica donde los amantes del britpop vieron una coartada para continuar con sus galanterías de otras épocas, dandys traviesos que se afanaban por tocar el cielo aunque fuese con los dedos de los pies cansados de tanta algarabía de fiestas.

Para muchos "Different class" fue la parte más álgida de su carrera. Yo me quedo con este torrente que se llama "This is hardcore". Y es que no hay canción que baje el nivel en este grandioso disco que es una concatenación de gemas inclasificables.

Cooker se muestras como un seductor, un amante de la carne que hizo un disco para celebrar la necesidad del contacto. La que da titulo al lp, con ese piano y ese ritmo síncopado, participa de la levedad de una carrera sin fondo para evitar los rasguños de la edad. "This is hardcore" canta mientras las guitarras se encabronan en un festival de confetis y exceso.

"I'm a man" y "A little soul" van a tumba abierta, confesiones de pop, ampulosidad a mansalva, rabia y tremulos combates de jolgorio total. La cosa sigue funcionando cuando Cooker se viste de Barry White y nos regala "Seductive Barry", pegajosa, cruda, total soul futurista.

"Sylvia" la más potente del disco, deja paso a "Glory days", otro juguete envenenado para soportar desdichas. Grandiosos Pulp, los putos amos del britpop, el grito de lo efímero que pervive a traves de los años.


martes, 7 de febrero de 2017

MONO. "Requiem for hell" (2016)


Cuántas ganas tenía de pillar el último largo de los nipones Mono, una de mis bandas favoritas de post rock en su vertiente más abrasiva y lírica a la vez. En la misma liga que Mogwai o Explosions in the Sky, la banda sigue impertérrita su camino por la senda de la devoración interna mediante crescendos que van y vienen, latigazos desbocados, luces a mansalvas de impetu desgarrador.

"Death in rebirth", la primera del disco, es eso y mucho más. Ocho minutos de sinfonía eléctrica, mareo a bordo de una nave de feedback que va poco a poco subiendo el volumen, desperezándose en un rugido de tempestad y vientos de esos que te hacen perder la cabeza.

Steve Albini es el que se encargó de la grabación del disco, y la verdad es que donde mete su mano el de Chicago, se nota a la legua los torrentes de efusividad interna. Su noveno disco no descubre nada. Como ya pasó en "Hymn to the inmortal wind" (2009) o "Gone" (2007), este último trabajo nos lo muestran tal como son. Y eso ya es mucho.

En "Stellar" se someten al dominio de un piano mecido en un velatorio de cuerdas, sumidos todos en un bosque donde la niebla hace imposible un paso sin herida, hallar el reposo después de la huida, la guarida del que cree ver en la brutalidad de la naturaleza el último refugio tras vivir toda la vida entre hollín y velocidad. Música evocadora. Música para soñar.

Y como no, tampoco falta el tema de rigor largo, largo, como para partirte entre luceros. El que títula el cd; unos punteos de guitarra, mientras el grupo a rebufo parpadea suspiros, preparándose para una acometida de furia, repletos de cartas marcadas con el daño del incredulo, con la pasión del que se esfuerza por creer a pesar de todo. Pedazo de tema.

Mono es un huracán desmesurado, un conjunto de trinos instrumentales ardiendo entre florestas inmarchitas y resonancias de labios que ladran. "Ely's hearbeat" es una oda imperfecta, clasicismo con un serrucho de deseo.

Para terminar, "The last scene", una tranquila travesía por un universo de colores y rocío perfumado, un volcán devorador a raudales. Mono, para volar y volar, levitando entre arpegios y sonajeros de extrema delicadeza.


domingo, 5 de febrero de 2017

APPARAT. "Krieg und frieden" (Music for theatre)" (2013)


Suena "44", con sus violines ardiendo clasicismo, la primera canción del disco, y ya ves imposible la huída, dejar de quedarte rezagado mientras los ruidos son olas que navegan entre intestinos de luz, de labios que se prensan con una voz apagada en forma de silencio.

"Krieg und frieden" es una delicia. una banda sonora para una obra de teatro, "Guerra y paz" de Tolstoi llevado a las bambalinas por un grupo que siempre ha sabido jugar con la electrónica, ahora compositores de una deliciosa música que cuando escuchas "Lighton" con esa épica lenta, lírica estrangulada, te dejan listo para una buena siesta de sentimientos.

Sascha Ring el jefe de este experimento se marchó a una fábrica junto a una orquesta de cámara y una buena ración de electrónica introvertida, para confeccionar un buen número de piezas donde se acerca al post rock ("Tod"), o tutea con la experimentación ("Black page") para volver trotando en un mar de vientos con "PV".

Una delicia es "K&F thema", caja de música con sorpresas que arropan volutas de vaho, racimos de discordia y suaves goznes a mansalva. Los chelos son los protagonistas de "Austerlitz"y su vals de clasicismo, y para termina "A violent sky", otro himno de esos para llevarte al recuerdo.

Un buen disco para poner junto a Craig Amstrong. Delicadeza, intimidad, clasicismo, el imperio de las letras, las lágrimas cavando hoyos donde nacerán girasoles con pipas de esperanza. Un buen disco para seguir a un muy buen grupo.


viernes, 3 de febrero de 2017

THALIA ZEDEK BAND. "Eve" (2016)


Es imposible que decepcione un trabajo de Thalia Zedek. No defraudó cuando la oíamos en Uzi, Live Skull o Come y como en su carrera en solitario, sigue ofreciéndonos pistas para que continuemos confiando en su voz rota, en su romasticismo del dolor.

Desde que suena "Afloat", y su hermana "360º", con el piano de fondo metiendo baza en ese coloquio soberbio que efectuan con una banda que sigue a pie puntillas a Zedek por barrancos de emoción, de una desesperación siempre lejana a una pose.

En "Eve",  sigue por la senda de "Six", repicando campanas de amor roto, componiendo odas que se mueven siempre en una tranquilidad que intuye los alaridos de la tormenta que se avecina, ("By the hand"). Y es que es imposible no caer rendido cuando suena "Illumination", sosegada y certera, rutilante y resistente a la morosidad del tiempo.

La de Chicago confecciona a su antojo un discurso donde todo la electricidad siempre esta contenida, donde aparece y aparece siempre en su sitio, en un laberinto donde prima la rabia sin alto octanaje ("Northwest branch").

Y si me tengo que quedar con una perla de la agonía, me quedo con "Not farewell", una letanía que quema, una radiante hoguera de fuegos fatuos, caloría íntima total. Quizás en su carrera en solitario, no Zedek no ha superado el listón de Come, pero sigue a lo suyo, sentada en una mecedora mirando al cielo como se avecina la tormenta para tratar de ordeñarla. Como siempre un valor seguro.