sábado, 28 de enero de 2017

ANNA CALVI. "One breth" (2014)


¿Para que queremos a PJ Harvey si tenemos a artistas como Anna Calvi? Esta pregunta me viene a la cabeza cuando pongo el cd y escucho "Suddenly". Seda, candor, fuerza, guitarras, emoción... Todo lo que le falta a la última Harvey, Anna Calvi lo tiene en este segundo disco que es un maremoto vibraciones y rock brumoso.

La épica de "Eliza", su colosal forma de dramatizar con su voz de guerra eterna, los focos en sus ojos mientras la lluvia derrama su elixir en ocasos de calor y sopor. Anna Calvi lo tiene todo para quedarse en las barricadas de las emociones con alto contenido de pasión. "Piece by piece" es delicada, angelical, extraña, como un pedaleo de mohines, como una interrogación al vacío.

"One breth" es un disco repleto de aristas que perforan sueños extremos. "Cry" es un cabaret ambulante de chispazos de guitarras, una reflexión a la luz de la noche, un grito que se ve sumergido en una penumbra de tambores de besos. Se acerca al goticismo en "Sing to me", para volver a elaborar himnos de esos para explotar paredes con la envolvente "Tristán".

En la que titula el lp, se envuelve en celofán de caricias, con orquesta y todo, violines que ronronean, la pista de hielo forrada de flores, los recuerdos en un baul con la cerradura saboteada. La Calvi que más me gusta, en la abrasiva, la que en "Love of my life" se desboca hasta la catarsis, envalentonada con un torrente de electricidad de esas que quema y arrasa. Total.

"Bleed into me" es una preciosidad, un rumor de velas que se apagan al son de un aplauso de ternura, la lisergia de la tranquilidad satisfecha. Para acabar, de la mejor manera posible, con "The bridge", ópera subterránea, catapulta del amor. Lo dicho, ha seguir pues de cerca a Calvi, si lo que buscas es intensidad y rubor.




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