martes, 31 de enero de 2017

TIM HECKER. "Harmony in ultraviolet" (2006)


Tim Hecker, músico canadiense conocido por sus trabajos atmosféricos, donde el ambient y la electrónica colisionaban en un perfecto estadio de sincronización, sacó en el año 2006, este estupendo "Harmony in ultraviolet", su cuarto lanzamiento; un boomerang de sensaciones, brumas y rayos que se incrustan en cielos iluminados de rumores.

Valga un tema, "Strags, aircraft, kings and secretaries", para poner el punto de partida a toda una experimentación especulativa,un manejo soberbio de los utillajes electrónicos, creando climax agobiantes, suspiros al trasluz, molinos de viento de cieno.

Hecker, ordena sus aparatos y se echa a volar ("Chimeras"), sin paracaídas, sin sopor, a lomos de un fulgor, confeccionando sacudidas de ruido blanco,  como la impactante "Dungeoneering", apoyada en una minimal construcción de glitchs que someten al escuchante a una bendita extenuación.

La melodía aparece soterrada casi siempre, como en esa alucinación abstracta que es "Spring heeled jack flies tonight", mansalva de agitación cercana al postrock, una manta expectorante de sinuosos ritmos grabados en una isla de tecnología punta. Envolventes sonidos que gimen apocamiento estructural, rabias inauditas, confort malsano.

Si, no me extraña que haya trabajado con Godspeed you black emperor!. Se nota la inclinación para crear espacios sonoros provistos de reflexión y mecánicos sentimientos. Las cuatro partes del tema "Harmony in blue" son un caramelo envenenado. Hasta parecen comedidamente radiantes en "Whitecaps of white noise I", reflexivos, lirica envasada al vacío en medio de un jardín voluminoso de rosas fugaces.

"Blood rainbow" es el epitafio, la solemne culminación para un disco envolvente, rico en ensimismamiento, caligrafía de la especulación ambient con sesgo de luces opacas.


sábado, 28 de enero de 2017

ANNA CALVI. "One breth" (2014)


¿Para que queremos a PJ Harvey si tenemos a artistas como Anna Calvi? Esta pregunta me viene a la cabeza cuando pongo el cd y escucho "Suddenly". Seda, candor, fuerza, guitarras, emoción... Todo lo que le falta a la última Harvey, Anna Calvi lo tiene en este segundo disco que es un maremoto vibraciones y rock brumoso.

La épica de "Eliza", su colosal forma de dramatizar con su voz de guerra eterna, los focos en sus ojos mientras la lluvia derrama su elixir en ocasos de calor y sopor. Anna Calvi lo tiene todo para quedarse en las barricadas de las emociones con alto contenido de pasión. "Piece by piece" es delicada, angelical, extraña, como un pedaleo de mohines, como una interrogación al vacío.

"One breth" es un disco repleto de aristas que perforan sueños extremos. "Cry" es un cabaret ambulante de chispazos de guitarras, una reflexión a la luz de la noche, un grito que se ve sumergido en una penumbra de tambores de besos. Se acerca al goticismo en "Sing to me", para volver a elaborar himnos de esos para explotar paredes con la envolvente "Tristán".

En la que titula el lp, se envuelve en celofán de caricias, con orquesta y todo, violines que ronronean, la pista de hielo forrada de flores, los recuerdos en un baul con la cerradura saboteada. La Calvi que más me gusta, en la abrasiva, la que en "Love of my life" se desboca hasta la catarsis, envalentonada con un torrente de electricidad de esas que quema y arrasa. Total.

"Bleed into me" es una preciosidad, un rumor de velas que se apagan al son de un aplauso de ternura, la lisergia de la tranquilidad satisfecha. Para acabar, de la mejor manera posible, con "The bridge", ópera subterránea, catapulta del amor. Lo dicho, ha seguir pues de cerca a Calvi, si lo que buscas es intensidad y rubor.




miércoles, 25 de enero de 2017

RAIME. "Tooth" (2016)

Este disco del duo Raime formado por Joe Andrews y Tom Halstead es altamante hipnótico, es una gama de sonoridades que desde que inicias el viaje con "Coax", se te clavan en la psique, te persiguen por la casa mientras los cascos radian repetición y esloganes de aislacionismo.

Aquí las guitarras se mueven lentas, como un eco desollinador, confetí industrial, mientras el duo se pertrecha en silencios que siempre gustan e incomodan. Un disco instrumental repleto de surcos de malos sueños, donde se acercan al grime en "Hold your line", pero siempre con un toque extraño en la guitarra, perforadora, como en una escalera de caracol con imposible llegada, con perdida salida.

Llevo toda la semana enganchado a este colosal enfoque de la música electrónica, hasta consiguen parecer una versión minimalista de una banda de posthardcore. "Front running" es efectiva, late imprevista con su tensión, con su densidad que ralla angustia y alfileres en los oídos. Me alucinan.

Si "Quarter turns over a living die", (2014), fue bueno, este "Tooth", es mejor. Su sonido no cansa, es una anestia contra la amnesia de los tiempos, es música para un club de vampiros, es la oscuridad que se regodea de su pasión por lo negro.

Me pongo "Dialling in, falling out" y parece que me encuentro con una recreación del universo de Slint pero con un enfoque tecnológico, radiando luces amparadas en las sombras, repicando las campanas velas de terciopelo soledoso. Maravilloso.

En "Glassed", es cuando se percibe con mayor evidencia ese rasgeo de cuerdas que porque no, pudiera venir de unos Fugazi en estado de standby, en medio de un mapa musical repleto de espectros, alucinaciones barbaras, resoplidos de vaho metalizado, invierno en las entrañas, siempre invierno...

Después, para llegar al ocaso desde la desesperación, la esquelética "Cold cain" y "Stammer", con su ventolera de introversión total. Uno de esos discos para escuchar en silencio, para degustar sin ruidos, para cerrar los ojos y urdir exilios internos.


lunes, 23 de enero de 2017

FOETUS. "Love" (2005)


J.G. Thirlwell, músico inquieto australiano, es el personaje que se esconde tras la máscara de Foetus. En su haber toda una carrera de electrónica caótica, de sonidos industriales y de proclamas atemporales. Foetus es su monstruo favorito, una forma de expresión repleta de sustos y galimatías.

"Love", fue su octavo disco, un disco barroco, sinfónico, industrial, plagado de suspiros que estrangulan ("Not Adam"), de canciones de puerto embarrado de noticias de tragedía y exceso ("Mon agonie douce", en francés), o como en "Aladdin reverse", parece una versión de terror, metálica, de Mike Patton, y de cualquiera de sus proyectos.

En "Miracle", se deja llevar por la música electrónica, por los sintetizadores  y en "Don't want we anymore", y en "Blessed evening" compone una particula banda sonora para algún desquiziado film repleto de perversión lúbrica. "Paredolia" es enigmática, sangrante, un gran espasmo de locura que cohabita en un tiempo de crimenes y horrores de escarnio.

Aparte de Foetus, Thirlwell ha estado implicado en vesanías del calibre de Stetroid Maximus, Wiseblood o Manorexia, solo por citar algunos de sus desasjutes músicos mentales, pero es en Foetus en donde ha dedicado la mayor parte de su persistencia como afilador de cuchillos sónicos.

Mi preferida, "Time marches on" es una pasada orquestal que da paso al fin del disco con "How to vibrate" y su parafernalia de suspense. Algo así como música para volver a poner música a "El resplandor" o a "Los pájaros" de Hitchock.Foetus un paseo por la angustia del rock.


viernes, 20 de enero de 2017

ANARI. "Zebra" (2005)


Como se nota cuando escuchas este enorme trabajo de Anari, que en la producción esta Karlos Osinaga de Lisabo.  Desde que suena "Aingura hegodunak", con ese dramatismo eléctrico, con esa tensión lírica que forma un continente de aristas y sentimientos, se percibe que la crudeza se empareja con el sentir, y qué mejor para Anari que el acompañamiento del ex-Lisabo.

Cinco años habían pasado desde que "Habiak" me había puesto sobre la pista de esa cantante a la que ya cansa compararla un día y otro también con Pj Harvey. "Zebra" es un disco redondo donde hasta el piano tiene sitio entre el enjambre devastador, como en "Naufragoak".

Siempre me aluzinó como lleva los medio tiempos la compositora de Azcoitia. "Sustraiak" es brillante, un torrente de corazones a la espera del latido definitivo, ese que hace explotar miradas y susurros. La que titula  el cd, es otro pedazo de gema candente, soberbia, aristas que se pulen, cadencias que te llevan, y un punto de energía que sobrecoge y calienta.

También "Zebra" tiene sitio para himnos con poso demoledor, como "(H)egoak" y para letanías para dolores del alma, rosas salpicadas de motas de emoción, luz infinita, cavar y cavar en la profundidad, hollando recuerdos, aspirando al olvido solo cuando te acuerdas.

Para terminar, la mejor del lote. "Gu", descargando truenos, aspirando vientos, una molécula activa en acción perpetua de sedicción, Después del shock que supuso "Zure aurrekari penalak", volver la vista atrás y disfrutar de este "Zebra", es un medicamento seguro contra estos fríos siberianos que nos congelan el ser.


martes, 17 de enero de 2017

METÁ METÁ. "MM3" (2016)


Este fue uno de los regalos que los reyes me dejaron en el regazo de mis oídos. Un artefacto repleto de nitroglicerina, de ritmos, de jazz punk, desde las calles de Sao Paolo. Formado por Juçara Marçal ,l Kiko Dinucci, Thiago França, Marcelo Cabral y Sergio Machado, en este su tercer largo han confeccionado uno de los cócteles más explosivos que puedas echarte a la cara de tus neuronas.

Cantando integramente en portugués, desde que suena la amenazante "Tres amigos", con ese saxo que parece un bastardo de Morphine, Meta Meta te engulle, te presiona, ejecutando una danza de mil demonios, donde la voz de Juçara se eleva en este quinteto que hace del jazz punk una gema perdida en el macromosmo de mil favelas.

Meta Meta imperesionan, desbordan, reptan con sus goznes y sus cadenas por las calles ansiosas de revolución, Pedazo de inicio que tiene "Angouleme", el saxo y las guitarras de pogo mientras el ritmo me sigue provocando una subida de volumen más, y van.... Catarsis y locura, expresión libre de unas sonoridades que manejan a su antojo unos músicos que parecen que están en un continuo éxtasis.

Parece que viene esa calma chica que anticipa la tormenta más feroz con "Imagem do amor", vahído y mixtura, pastel de hiel, club de noches aciagas o la necesidad de reinventar de nuevo el jazz. De esas veces que la crítica de un disco se ve acuciada por la necesidad de buscar palabras, expresiones para poder describir este auténtico misal negro de anarquía y demolición.

En "Mano légua" conforman una especie de volcán donde la electricidad se da la mano con los aires más free, y el candomblé repica desde un bestial paroxismo que para el que escribe es lo que hace falta a la adocenada música de estos tiempos. Metá Metá es una concatenación de urgencias impresas en una necesidad vital de gritar denuncia utilizando la rabia, la desmesura, el zarpazo de una aire huracanado que desborda, que fleta pasquines con los puños en alto, con las llamas listas para el necesario fuego depurador.

"Corpo vão" es una sierra, es jazz que se pone un imperdible en la garganta y gime angustia en un geiser punk que te quema las sienes. "Toque certeiro", es la más brasileira del lote; carnaval que mira a África, que invita al baile o a una patada en la cara a todos los estropicios que provoca la pobreza, las desigualdades, la hambruna.

Para terminar, la más larga del disco, "Obá Kosõ", nueve minutos de experimentación, un torrente sanguÍneo donde el saxo hace una perorata de su soledad hasta que encuentra a la banda, y juntos realizar un temible tour de force donde culminan el soberbio octanaje que respira cada segundo de disco.

Un disco para seguir escuchando sin parar en el 2016. Difícil encontrar tanto arte, tantas posibilidades, tanta innovación, en esta actualidad que tanto adolece de sorpresas. Ojo al clip.


domingo, 15 de enero de 2017

HRSTA. "Ghosts will come and kiss our eyes" (2007)


Este fue el tercer disco de esta banda de Montreal, nacida al albur de la comuna que se desarrolló alrededor del grupo Godspeed you black emperor! y sus miembros. En Hrsta, con músicos del colectivo principal, tenían las cosas muy claras desde sus primeros pasos.

Así lo dejan claro en sus dos primeros largos, y en el inicio del disco, con "Beau village" donde se nutren de un desarrollo instrumental que nace de la experimentación y el post rock, como hippies arraigados rodeando una fogata mientras proclaman vísceras y exputos contra el sistema atenazante.

"The orchard" es una geiser de tranquilidad, es un mar de hidrógeno de suavidad, que vive entre sombras, folk apaciguador, tensión siempre sometida al capricho de un sinfonismo de las cosas cotidianas. Todo el disco es un volcán en coma, un batallón de cirros que se desplazan por el cielo buscando sacudidas nerviosas de agua.

Escucho "Hechicero del bosque" con sus ocho minutos largos,  la que más se aproxima a todas las banda del sello Constellation, casi todas cortadas por el mismo patrón. Ahora, ya paso su hora, pero en su día eran como el radar donde se emanaba las corrientes más fructíferas del post rock de la época.

La enigmática "Saturn of Chagrin" da paso casi al final del cd a la extraña "Kotori", marca de la casa, donde la banda sigue a lo suyo, entre humo, vapor y sofismas, en busca de la épica perfecta, con cromatismo de color absorvente para dejarnos seducir por esta expansión tan personal de los sueños y las pesadillas.



jueves, 12 de enero de 2017

ALCEST. "ÉCAILLES DE LUNE" (2010)


"Écailles de lune" fue el magnífico segundo disco de esta banda francesa, que navega entre el shoegazing y el post metal sin rubores, con una buena dosis de intensidad en sus canciones que van desde lo frágil al aullido de la desesperación.

"Écailles de lune Pt.1", la primera canción, es la mejor manera de comenzar éste épico recorrido por un mundo de leyendas, de magia que siempre es negra, de oscuridad que se aclara con un beso, con la sensación dolorida de una perdida siempre por venir. "Écailles de lune pt. 2", sigue la senda, con una variada instrumentación y una buena andanada de registros que hacen que los galos se muevan a la perfección por torrentes de calma y lágrimas de ilusión.

En "Percées de lumière" consiguen hacer un hit guitarras que espumean hidrógeno, esta vez cercanos al post metal, con la voz desgarrada entre un laberinto de labios que espantan voluntades. Mi preferida es "Solar song", puro shoegazing, electricidad planeadora, coros que envuelven, y énfasis en una corriente circular de medios tiempos que funcionan y emocionan.

Dejan para el final "Sur l'océan couleur de fer", suave, tranquila, para poner el epílogo a un disco que rebosa extenuación y belleza. Buena banda la de los francesas Alcest, para los que al cerrar los ojos imaginamos motines de libros y aires de infiernos.


martes, 10 de enero de 2017

PREOCCUPATIONS. "Preoccupations" (2016)


Antes de Preoccupations, estos canadienses de Calgary se hacían llamar Viet Cong, y en estas nueve canciones nos ofrecen una buena andanada de post punk, para no olvidar de donde vienen. Ahora que Interpol parece que se han desvanecido creativamente, Preoccupations nos regala una buena cosecha de semillas negras para que no perdamos la oportunidad de gozar con los nubarrones aciagos.

"Anxiety" es la primera píldora que antecede a "Monotony", un buque fantasma a la deriva con reflexiones post-Joy Division, con los teclados en su sitio y la voz de Matt Flegel, en consonancia con este artefacto declamatorio de siniestros percances.

Se animan en "Zodiac", se mueven y no se quedan quietos con la mirada en un espejo de los 80, confabulados por la rítmica de la negritud, de las miradas torcidas. La mejor track del disco la encontramos en los once minutos de "Memory", largo recorrido de estratagemas, trucos, sombras al sol que menos quema, turbación y lágrimas opacas.

A los que disfrutamos con el recuerdo de Killing Joke, Joy Division, Magazine y demás ordas de petulantes soldadores de experimentos de noche, este disco es una delicia. Recorre por sus entrañas, como en "Degraded", una atmósfera malsana pero sin pasarse.

Aquí las guitarras no tienen excesivo protagonismo, es el todo en general lo que forma parte de un buen ramillete de épicos himnos que cabalgan a lomos de lo visceral. "Stimulation", parece un sello reluciente de estampa fenecida y "Fever" es una tertulia de espectros a la luz de algún funeral pasado de moda.

Preoccupations es una buena banda, un escozor que vive entre noctámbulismo y expresiones de otros tiempos lejanos. Le pondremos junto a The Cure y otros socios de telarañas y órganos radiadores de malas penas.


domingo, 8 de enero de 2017

CALIFONE. "Roots & crowns" (2006)


No hace mucho la revista de música independiente que todos leemos dedicaba unas páginas a recuperar del olvido a este enorme e inclasificable banda liderada por Tim Rulli. Antes de formar Califone ya nos tuvo en vilo con sus interesantes Red Red Meat, pero es con este proyecto cuando cuajó a fondo su forma tan mistérica de ver la música.

Este lp contiene una canción, "Spider house", que cuando la oigas no vas a parar de poner, de radiar en ti mismo, un buen puñado de razones mediante la hipnosis personal de seducirte con esa mezcla de pop, barroquismo, suavidad y olas de esas que no sabes muy bien de donde cojones vienen.

Todo cabe en Califone. La experimentación, el folk de terciopelo, el ansia de la transgresión, las migrañas del buen aullido. Empezaron a último de los 90 y en el 2016 ya finiquitado sacaron un ep para que sepamos que no debemos de olvidarles.

"Sundays noises" es un aperitivo frío y "A chinese actor" es una frenética batidora que porque no recuerda algo a sus paisanos de ciudad Tortoise. Se ponen lentos en "Our kitten sees ghosts" para en "The orchids" volver con un hit de esos raros, melódico pero atravesado por una buen ramaje instrumental.

En "Burned by the christians", tiran por la música tradicional americana, para en "Black market valentine" sumergirnos de nuevo en una ánfora de ruidos, ensalada de intenciones, tobogán de esparcimiento. Así son Califone. Lo suyo es la inconcreción, la seda áspera, los galimatías que acaban por convertirse en gemas candorosas ("Rose petal ear").

Rulli y su voz y sus chicos tranquilos que maquillan sus intenciones con mimo y travesura, como en "3 legged animals" y su vahído de club nocturno abandonado a la deriva. Escuches el disco que escuches, Califone no fallará. Una extraña banda de tahures de estílos listos siempre para llevarse la razón.


miércoles, 4 de enero de 2017

65DAYSOFSTATIC. "One time for all time" (2006)


"One time for all time", fue el segundo disco de este grupo de Sheffield abonados a una suerte de post rock con tintes electrónicos, urgando en la tecnología para sacar de ella espinas de emoción, lirismo en forma de bytes, dolores sin dolor.

Canciones instrumentales que como "Await rescue" navegan en altar mar con las guitarras ejerciendo con furia y a la vez con caricias, un tropel de minutos donde es fácil perderse por estas andanadas esparcidas de parones y brumas que parecen fantasmales apariciones.

65daysofstatic, no estan muy lejos de Explosion in the Sky, comparten con ello su afición por los climas ceremoniosos, por la caloría íntima del ser, robustos entre flemas, serenos en apariencia. Y la cosa te llega, produce levedad y candor, como cuando suena "23kid" y te sumerges en una ventolera de sanación interior, encrucijadas de guitarras y rugidos ambientales de tambores nunca de alarma.

Los crescendos, la agitación, crear nubes tóxicas donde desgranar durante horas corrientes de electricidad que merodean la sensación de que estas frente a una banda solvente. "Mean low water" es de mis favoritas, y "The big afraid" conjuga a la perfección su afán de solemnidad, con unos minutos donde la dicha es el rumor que todo lo anega.

Dejan para el final las dos más largas del lote, "65 doesn't undestand you" y "Radio protector", donde las bases electrónicas y las guitarras colisionan en una fabrica espontánea de vaho de post rock galvánico apaciguador. 65daysoofstatic, así, todo junto, una enorme banda que tras este disco siguió en la carretera hasta su final en 2013, con el también necesario de escucha "Wild light". Abanicos de susurros, prospectos de blancura electrificada.


lunes, 2 de enero de 2017

THE CORAL. "Distance inbetween" (2016)


Empezamos año en Discos Pensados, este ya el séptimo. Parece que fue ayer y ya vamos a por siete años repletos de gozos y algunas sombras. He querido empezar este 2017 con un gran disco,este "Distance inbetween", (su séptimo disco, parece que el 7 nos quiere  acompañar) donde la banda británica se mueve a la perfección entre el espíritu mod y la psicodelia.

Las dos primeras canciones del disco, "Connecter" y "White bird", escenifican a la perfección ese gusto del grupo por mirar atrás sin perder de vista la corriente frenética de los tiempos. Los teclados como parte activa del álbum, forman parte de un elenco instrumental donde también puedes rastrear ecos a Doors, ("Chasing the tail of a dream"),

Después de "The curse of love" (2014), la banda ha venido con fuerza. Indemne y sin perder sus aficiones a los viajes astrales, a los colores vivos, al frenesí de unos tiempos donde lo progresivo se unía con alteraciones necesarias de la conciencia. Todo un punto la que titula el cd, tranquilo hit corriendo por pasillos repleto de pastillas para el no olvido.

James Skelly sigue teniendo una voz que acompaña a la perfección la electricidad de temas como "Million eyes". El disco transcurre como un torbellino, como un deja vu conectado a una music box donde poder pernoctar sin miedo a caer en las ranuras del tedio.

Me alucinan cuando se ponen épicos y pop, "Beyond the sun", cuando se dejan llevar por los aromas de los setenta, "It's you", o cuando se ponen sus parkas y nos regalan "Holy revelation" una andanada de feedback sin pasarse de revoluciones pero ágil en su geometría del dulce caos.

Empezamos año con The Coral, un grupo a seguir, a recuperar sus viejos trabajos, artesanía de modismos del ayer fabricados hoy con cariño y buena labor.